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Agenda cultural

Embajada de México celebrará el Día de Muertos en el CPJ

Imagen referencial. Getty

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La Embajada de México celebrará el Día de Muertos este miércoles 2 de noviembre a las 19:00 horas en el Centro Paraguayo Japonés (Julio Correa y Domingo Portillo, Villa Guaraní). El evento es libre y gratuito.

Se trata de una tradición reconocida y celebrada en México y en todas partes en que hay colectividad mexicana, ya que los ciudadanos de este país la ven como una oportunidad para honrar la vida de quienes ya no están y recordarlos de la mejor manera.

En la ocasión está prevista una instalación rica en expresiones propias de la cultura mexicana, como su música y folclore. El Altar de Muertos consiste en colocar una ofrenda con fotos de familiares y seres queridos que hayan fallecido. Los asistentes, por grupos, podrán escuchar las explicaciones de su simbolismo, conforme a la tradición mexicana.

Los elementos representativos de las ofrendas son la flor de cempazúchitl, el papel picado, incienso y platos del agrado de los homenajeados, así como calaveritas de azúcar con los nombres de los muertos.

De igual manera, la gastronomía autóctona será ofrecida por varios restaurantes, ya que la comida es uno de los elementos centrales de esta celebración.

Se invita al público, sin límites de edad, a participar vestidos como catrín o catrina. Las mejores caracterizaciones serán premiadas.

Este evento está organizado por la Embajada de México en Asunción con el apoyo de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Asunción y el Centro Paraguayo Japonés.

Para más información, contactar a los teléfonos: (021) 607276/8 o al correo [email protected].

Imagen referencial. Cortesía

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El día de los muertos

En la época prehispánica, el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura. Cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. De igual forma, le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.

En la visión indígena, este rito implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor. Se trata de una celebración de gran trascendencia popular, con significados desde filosóficos hasta materiales.

En esta celebración, la muerte no representa una ausencia sino a una presencia viva. La muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. Su origen surge de la mezcla de rituales católicos traídos por los españoles y la conmemoración del día de muertos que los indígenas realizaban en tiempos prehispánicos. Los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios de México, trasladaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, cuya fecha coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, principal cultivo.

La celebración se divide en categorías: de acuerdo con el calendario católico, el 1.º de noviembre corresponde a Todos los Santos, día dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el 2 de noviembre a los Fieles difuntos, es decir, a los adultos.

Cada año, muchas familias colocan ofrendas y altares decorados con flores de cempazúchitl, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, mole o algún platillo del gusto de los familiares a quienes va dedicada la ofrenda y, al igual que antes de la colonia, se coloca incienso para aromatizar el lugar. Se debe esparcir pétalos de flores de cempasúchil y colocar velas trazando el camino que van a recorrer para que estas almas no se pierdan y lleguen a su destino. En la antigüedad, este camino llegaba desde la casa de las familias hasta el panteón donde descansaban sus seres queridos.

Las festividades incluyen el adornar las tumbas con flores y muchas veces hacer altares sobre las lápidas. En épocas indígenas esto tenía un gran significado, porque se pensaba que ayudaba a conducir a las ánimas a transitar por un buen camino tras la muerte. En 2008, la Unesco declaró esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y significado.

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